Entre enero de 2018 y septiembre de 2023 fueron atendidos en Colombia 2.491.900 personas entre los 14 y los 26 años, en los servicios de salud mental de todo el territorio nacional, por un diagnóstico principal de trastornos mentales y del comportamiento.
El 37% de los adolescentes y jóvenes acudió al sistema de salud en los años de la pandemia. Sin embargo, antes de la emergencia sanitaria la cuestión ya prendía alarmas en los círculos de psicólogos y psiquiatras; en efecto, el 34% del mismo grupo poblacional recibió atención entre los años 2018 y 2019, así se evidencia tras un análisis hecho por la Unidad de Investigación Periodística del Politécnico Grancolombiano (UIP) a distintas bases de datos entregadas por el Ministerio de Salud.
La Encuesta Nacional de Salud Mental, desarrollada en 2015 por la Pontificia Universidad Javeriana, el último estudio de este tipo realizada en el país, revelaba que el 52,2% de los jóvenes encuestados presentaba entre uno o dos síntomas ansiedad. Un grito cuantitativo que daba alarmas sobre la crisis en la salud mental.
Más grave aún es la información sobre suicidios reportados por el Instituto Nacional de Medicina Legal, que también daba pistas contundentes de una crisis silenciosa por la que pasaban los adolescentes y jóvenes. La revisión de los datos revela que entre 2015 y 2019 se quitaron la vida 4.743 personas entre los 15 y los 29 años.
De modo que el 24 de marzo de 2020, cuando se declaró oficialmente la cuarentena en Colombia, los datos sobre el estado de la salud mental estaban sobre la mesa. “La pandemia lo que hizo fue visibilizar un grave problema que teníamos en materia de depresión, de fobia social, de dificultad de relacionarse con el otro. Y especialmente en los jóvenes, niños y niñas hoy tenemos indicadores nefastos de país”, asegura Olga Lucía Velásquez, representante a la Cámara y creadora de la primera Red de Apoyo en Salud Mental desde la que se busca impulsar una reforma a la Ley 1616 de salud mental.
Catalina Ayala, psiquiatra pediátrica, quien participó en el desarrollo de la Encuesta Nacional de Salud Mental del 2015, relata que si bien durante las cuarentenas hubo un incremento de casos de jóvenes atendidos por asuntos emocionales y mentales, “antes de la pandemia ya no estábamos dando abasto”.
Con Ayala coincide el senador Carlos Julio Gonzáles, psicólogo y líder en la creación de la primera Comisión Accidental de Salud Mental (2023) en el Senado: “la pandemia en Colombia desnudó los trastornos subyacentes que venían antes del COVID, y permitió visibilizar grandes problemáticas, por ejemplo: el abuso de sustancias psicoactivas, la depresión infanto juvenil, la ideación suicida, entre otros”.
De modo que no era solo consecuencia de las cuarentenas decretadas en la pandemia la crisis mental de la población adolescente y joven. El problema estaba. Los datos que lo demostraban científicamente estaban. Pero no había – y no hay-, acciones concretas que permitan materializar a cabalidad la Ley 1616 de 2013 de salud mental, en cuyo inicio se establece que: “el objeto es garantizar el ejercicio pleno del Derecho a la Salud Mental a la población colombiana, priorizando a los niños, las niñas y adolescentes”.
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